lunes, 28 de mayo de 2012

Mintamos mientras estemos vivos...

En Enero de este bello año, escuché por televisión como nuestra Presidenta decía que no iban a aumentar las tarifas, sino que tan sólo se retiraban los subsidios a las mismas.

Este comentario no tiene ninguna connotación política ni tampoco relación alguna con lo que efectivamente sucedió luego, es decir, marchas, contramarchas, desfiles fashion y cualquier otra cosa, como tortilla de zapallitos.

Quiero decir que, al escucharla a Cristina, pensé: "¡Notable, está mintiendo diciendo la verdad!". Pues no cabe ninguna duda de que lo que dijo era cierto. Sin embargo para mí, pirincho qualunque como cualquier ciudadano, a los fines prácticos sí resultaba "un aumento de tarifa" porque iba a tener que pagar más de lo que ya estaba pagando.

Creo que me molestaría si alguien insistiese con esa cantinela de que pertenezco al GONAP (Grupo Opositor Nacional y Popular). He repetido millares de veces que trato de estar siempre a favor de algo y no en contra de algo. También aclaré que, sin lugar a dudas, al apoyar una causa me retiro de otra; esto es simplemente inevitable.

Con este sencillo pero sentido episodio, me retrotraje a la década de los '90, hasta una afamada propaganda del aceite Natura, que no tuve el privilegio de encontrar en YouTube. En su lugar, pongo otra publicidad del mismo aceite, sólo porque me gusta. Parece chiste, ¿no? Pienso, no obstante, que las cuestiones estéticas también hacen al bienestar cotidiano de los seres humanos. Son apenas treinta y siete segundos...



¿Vieron que es bella? Bien, me refiero a una propaganda que afirmaba, con claridad meridiana, que el Aceite Natura no tenía colesterol.

En aquellos tiempos, al igual que ahora, el asunto del colesterol y sus perjuicios ya había cobrado un auge importante. Por esta razón, el humilde aporte que el mencionado aceite hacía a la salud humana, tenía una trascendencia mayor que la que pudiese haber tenido en el Siglo XIV.

Lo genial de esta publicidad consistió en ser la primera en proclamar una verdad más verdadera que la suela de cáñamo.

NINGÚN ACEITE VEGETAL CONTIENE COLESTEROL MIENTRAS NO SE COCINE. 

Así de concreto, así de práctico.

La falacia del mensaje consiste en atribuirle a este aceite, como si fuese única en él, una cualidad que tienen todos los aceites. Sería algo equivalente a decir: esta marca de cigarrillos no tiene agua mineral.

O sea, es inducir al cándido consumidor a que crea que ese aceite es superior, sublime o esterilizado, cuando en realidad no tiene nada de especial.

Según recuerdo, ésta fue la ocasión en que comencé (o continué con mayor conciencia) a elucubrar distintas cuestiones del doble sentido, del sentido lineal, de los mensajes contradictorios, de los saltos en garrocha de razonamientos impávidos, etc.

Este asunto de mentir diciendo la verdad, "casi" la verdad, o la verdad en un momento en que el interlocutor no la comprenda y crea que fue, por ej., una broma, es el meollo de lo que quiero conversar hoy.

Estoy hablando de mentir con el claro y consciente propósito de ocultar o deformar la verdad, y no del caso de alguien que dice algo falso creyendo, de buena fe, que es cierto; por lo general a esto se le llama "autoengaño".

Entonces y por ejemplo, si alguien me pregunta la edad, con veracidad (?) puedo responder: tengo 55 años. Es cierto: si tengo 63, tengo 55, ¿no? Empero, estoy mintiendo. De aquí que, en el juramento de los juicios de las películas (no he visto otros) se le pida al testigo que diga toda la verdad, y no "una verdad truncada".

Para mentir diciendo la verdad en un momento inoportuno o inesperado, voy a referir una anécdota de Mengano, un amigo mío muy amigo. Y digo "mengano" para que no piensen que se trata de Juani, o de Rolando, como así tampoco de Fulano. Esto que cuento lo hizo "Otro".

Pues bien, Mengano es alcohólico anónimo. Hace un montón de años, estaba cobrando las entradas de una peña a beneficio de una institución necesitada, verbigracia, la Policía de Menores. Este amigo integraba un grupo que trataba de paliar un poco las carencias descomunales que tienen los menores en esas circunstancias, actividad en la que yo también participaba.

Dentro de ese grupo, había una chica, profesora de artes plásticas, que los hacía trabajar a los chicos en arcilla, con plastilina o lo que fuera. Para la peña, le pidió a Gerardo, su novio, que la acompañara, y sin mayores miramientos le enchufaron la tarea de expender las bebidas.

Ya estando la peña a pleno, no se esperaba la llegada de más gente. Por eso, Mengano dejó su escritorio al lado de la puerta de ingreso, fue hasta el tablón de las bebidas, y pidió un vaso de jugo.

El desconocido muchacho, mientras se lo servía, le preguntó: "¿Qué, sos abstemio?" "No -contestó mi amigo-, alcohólico", se dio vuelta y se fue. Atento el piojo: Mengano no quiso mentir, solamente dijo la verdad sin ton ni son y a santo de nada.

Pues la cosa resultó que Gerardo, por mucho que se haya sentido desconcertado o algo, no le creyó. Nos resultó súper claro algún tiempo después.

Gerardo se integró al grupo. En una reunión para tratar cuestiones del susodicho grupo, Mengano dijo algo de una forma medio disparatada, de manera bastante similar a la mía. Inmediatamente, Gerardo remarcó: "¡Mirá que sos raro para hablar!".

Corolario: no se creyó lo de "alcohólico", a pesar de ser una verdad de a puño. Lo habrá tomado como una  rareza más; ni Mengano ni yo se lo preguntamos. ¿Para qué?



MENSAJE PATROCINADO POR LA CÁMARA BARRIAL DE PUBLICIDAD BARATA Y DE CUARTA:

Recuerde mentir siempre diciendo la verdad.
Eficacia garantizada por 104 años.

Hágalo ahora, mientras vive.
Después, cuando esté muerto, seguro
que va a resultarle un poco bastante más difícil.

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lunes, 21 de mayo de 2012

Mano y contramano

¿Por qué será que me fijo en tantas cosas? Sin poder comprenderme, entre tantas otras cosas, no consigo que las propagandas me pasen por alto, ya sea que me gusten o que me desagraden; es lo mismo.

No es que esto me agobie. Nada de eso. La publicidad "L'envol" de Air France (cf. en este blog "Aire de Francia"), por ejemplo, me reconfortó y reconforta sobremanera. En cambio otras...

Les muestro la pauta que quiero comentar en esta vuelta.



Tengo la leve impresión de que este aviso viene con un mensaje por partida doble, o con un doble mensaje, o quizás con un toque de contradicción, o.

Son tantas las cosas que me chocan que no sé por cuál empezar. A por la falsedad del fulano, Carlos de nombre que me honra y ensalza cual estropajo estercolero.

En todo el día, "Carlitos" no hace nada más que mentirle a su esposa. Es decir, ser falso es un valor bien ponderado aquí. No podía esperarse menos de esta propaganda tan subliminal y expresamente retorcida. Digo esto para que algún lector distraído no crea que soy vehemente o contundente. ¡Para nada!

Un aspecto menos explícito es que en esa oficina nadie trabaja. Pueden estupidizarse hasta el hartazgo que nadie se inmuta; holgar es la onda. Una nueva defraudación, en este caso a la Empresa. De rebote, sacuden cerveza a troche y moche, a riestra y siniestra; ésta cae sobre trajes, camisas, blusas... ¡todas prendas descartables al toque! Sin hacer referencia alguna a los escritorios, trabajos, computadoras, etc. Me parece que el despilfarro no tiene ni la más mínima trascendencia.

Un detalle que me recopó fue la lluvia de papelitos plateados. ¡Tan navideño!

Intermezzo semántico por si las moscas:

holgar.

(Del lat. tardío follicāre, soplar, respirar).
1. intr. Estar ocioso, no trabajar.


Aunque nadie lo crea, de este inmarcesible verbo deriva una palabra de amable uso cotidiano: HUELGA.

Otro aspecto fantástico es el del gimnasio. Quizás los que allí se encuentran no hagan rutinas de ejercicio formal, ¡pero no se puede decir que están quietitos! ¡Menos mal!

El toque final: Carlitos, el marido confiable, portando flores desde su atildado atuendo.

Casi me olvido de comentar que esta publicidad no tiene ni un mínimo resabio de machista. La sagaz mujer que relata el aviso es tan o menos superdotada que un ladrillo hueco.

Me alegra afirmar que este matrimonio, pareja o rejunte, es de dos personas infrahumanas, superlativamente taradas congénitas que los arteros publicistas nos muestran como divertido paradigma. Tanta torpeza burda aquieta mi ánimo atribulado.

Destaco el siguiente detalle: le pregunté a algunos conocidos qué les había parecido esta propaganda. Me respondieron que era muy graciosa. ¡¡ ?? !!

Brindo por esto con esta inolvidable cerveza apocalípticamente discreta que no tiene ni siquiera una gota de alcohol. ¿Qué efecto produciría si lo tuviera?













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COMPLEMENTO:

Encontré, al acaso y al ocaso, una foto coherente con este artículo. Si quieren, puede observarla con cierto detenimiento.




Me parece muy tiernito
ver esos dos autitos estacionados tan juntitos
en sentido opuestito
en un mismo carrilito.




miércoles, 16 de mayo de 2012

Una emergencia

Dije en su oportunidad que me parecía bueno y suficiente publicar un artículo por semana.

No obstante hoy, por ser el día de la víspera, me siento compelido a mostrar aquí un cartel que es visible por las calles de la ciudad y que, en todo tiempo y lugar, produce una especie de hipo tangencial.

Ya de por sí me parece absolutamente banal que se haya instituido el "Día de Internet".

Alguien debería haber impulsado el "Día del Teléfono", "del Sacacorchos", "de la Perinola", "de la Taradez Congénita", "del Alfiler", etc.

A pesar de todo, no me parece algo que pueda suscitar serios conflictos conductuales entre los miembros de la población mundial.

Por el contrario, me parece que este cartel puede hacerlo.



Ponderar la irresponsabilidad como algo bueno, no deja de ser peligrosamente arriesgado.

Ya estamos con los valores bastante trastocados. ¿Seguimos adelante con alegría y desenfado machacando la fuerza que potencie el descenso al abismo primordial?







¿Llamo al 911 o al 107?
















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lunes, 14 de mayo de 2012

Quelle finesse!

¡Qué fineza!

¿No les parece mucho más fino pensado, escrito, leído y dicho en francés? ¡Pensar que en mi época...!

Para poder continuar con este epopéyico artículo en la formulación pertinente de comentarios, críticas, diatribas, inventarios, sales de baño y/o gruesas, mandarinas y avestruces, invito a mi pueblo y a mi público a mirar detenida, concienzudamente esta propaganda.




Desde ya, la primera vez que la vi me resultó bastante desagradable, por decir algo suave, en lugar de afirmar que me repugnó, por grosera, chabacana, etc.

Pero, empero, no obstante y sin embargo, no puedo decir que me agarró desprevenido: hace exactamente a la forma actual de hablar, me agrade o no, me produzca urticaria, me catapulte a la fama o me dé fiebre.

Soy del parecer que la forma de hablar tiene una enorme trascendencia. A decir verdad, Edward Sapir, lingüista y antropólogo norteamericano, fue quien formuló claramente la idea de que hablo según lo que soy y soy según lo que hablo, en un clarísimo vaivén de retroalimentación. En un libro suyo que leí hace unos 345 años, comparaba el castellano y el inglés; porque en inglés se piensa de una manera sintética, se habla así, y viceversa; en castellano, en cambio, por tener un lenguaje más discursivo, se piensa de igual forma, por lo que los hispano-parlantes hablamos también de una manera discursiva.

Sin dudas, el empobrecimiento del lenguaje no es ninguna novedad, como tampoco lo es la acelerada pendiente por la que nos estamos deslizando hacia una ignorancia sublime.

Otrosí digo, ahora bien y similares, fue necesario que se diera un proceso social que nos trajera hasta esta situación. El meollo de esto es que las malas palabras dejaran, a la vera del camino, la carga emocional negativa y/o agresiva que tuvieron, para pasar a ser dulces términos con los que saborizar cariñosamente a los que nos rodean.

Paradójicamente, ahora es más grave decirle a alguien "tarado" que "hijo de puta". Me resulta extrañísimo pues para mí "tarado", "idiota" y "estúpido" eran mis insultos preferidos cuando niño. Y si bien mi madre me regañaba por ello (discurso sencillo), sus retos no llegaban al cepo y la mazmorra.




¡Coincidencia! Recién, pero recién recién, buscando en Google bellas imágenes con las que ilustrar este panegírico, encontré la ilustración que antecede. Lean la frase de arriba. Es clara, ¿no?

Quizás esto que voy a escribir ahora a algunos les suene extraño.

El fenómeno de la carencia de carga emocional negativa de una mala palabra ya ocurrió hace casi unos 500 años, ¡y no estoy exagerando ni un ápice como hice pocos párrafos antes con un desparpajo digno de mejores y altruistas causas! Puede ser que haya ocurrido en otras ocasiones; no lo sé.

Tuve oportunidad de leer El Quijote en los años 1971 y 72, en una edición que debe haber sido anotada alrededor de la década de 1930.

En un momento, alguien dice: "don Hijo de Puta". Los editores presurosos pusieron una nota diciendo que el uso del gentil tratamiento que significa "don", Cervantes lo había escrito para darle más fuerza al insulto pues, en aquellos años, estas palabras no tenían "la carga emocional negativa que tienen hoy en día". En otro momento, Sancho Panza dice: "¡Puta, puta, puta!". Los ya ruborizados editores volvieron a aclarar que esto se correspondía con la anotación anterior. ¿Y si algún se escandalizaba y tenía la estrafalaria idea de enjuiciar a la editorial por su vocabulario soez?

Dato al paso. En un momento en que el Ingenioso Hidalgo está por levantarse de la cama, le pide a su fiel Sancho que le alcance las alpargatas. Este detalle me sorprendió mucho, al suponer que esta palabra era sólo una marca registrada, como en efecto lo es. No dejé de buscar en el diccionario:

alpargata.
(De ár. hisp. alparḡátpl. de párḡacf. abarca).
1. f. Calzado de lona con suela de esparto o cáñamo, que se asegura por simple ajuste o con cintas.





Como siempre, las conclusiones válidas las formula el lector, para sí mismo y para quien quiera escucharlo.

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lunes, 7 de mayo de 2012

Lo nuestro es pasar

No deseo perderme con Jorge Manrique en elucubraciones alambicadas con sabor a frutilla.

Además de que sería poco probable que lo consiguiese, no serviría de nada. Él ya escribió lo que quería decir, y a otra cosa, Madame Butterfly!

Por lo tanto, sugiero que el invertebrado y perspicaz lector escuche la canción siguiente, prestando atención a la letra que dice más o menos así:





Es una pésima jugarreta de la cultura que haya temas tabús a los cuales mejor no referirse ni con un mondadientes descartable.

Digo que si esos temas que no se tratan, se tratasen, estas mismas cuestiones no nos agarrarían tan, tan desprevenidos.

Indudablemente, cada uno tiene que pasar por su propia experiencia. Esto no quita, sin embargo, que si el que ya la pasó me cuenta algo, a mí me resultará más fácil transitarla.

Pero no, generalmente no sucede esto.

De aquí que haya personas para quienes hablar de la Muerte les resulta insoportable. Algo así como si no hablo del tema, este tema no existe.

Steve Jobs, ese bueno señor que apareció de golpe y porrazo ante el gran público, sostenía (y aplicaba para sí) que hay que vivir cada día de la vida como si fuera el último. ¿Cómo podría haber hecho esto si no hubiera pensado en la realidad de la Muerte o, al menos, de su propia muerte?

Hace unos años, estaba con un promotor de servicios fúnebres. Le pregunté:
- ¿Qué tiempo de carencia tengo antes de poder morirme?
- ¡Por favor, no diga eso! ¡Dios no lo permita!
- ¿Y usted cree que estoy contratando el servicio pensando que no voy a morirme?

Todavía no sé cómo no largué la carcajada. Como es fácil de ver, la situación era muy, demasiado ridícula.

Aquéllos que me han escuchado hablar aunque más no sea una sola vez, saben que mi sentido del humor tiene unos toques macabros que lo honran y enaltecen. De ahí, la foto de mil perfil:



Este bello y tierno retrato me lo hizo un amigo simpatiquísimo, Tom Adams, dibujante norteamericano que vivió muchos años en Gran Bretaña. Fue él quien ilustró casi todas las tapas de las novelas de Agatha Christie, edición de bolsillo.

Tengo el libro correspondiente. Como es una imagen que me gustó mucho desde el primer momento en que la vi, la he usado como "foto" de mi perfil en varios lugares, y cada tanto vuelvo a ponerla como imagen de fondo de pantalla en la computadora.

Jorge Manrique
Coplas por la muerte de su padre
Jorge Manrique (1440-1479)

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquier tiempo pasado
fue mejor.

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¡Pobre Jorge! Con la expresión que tiene en su rostro cuando le sacaron esta foto, se ve que no estaba pasando por un buen momento. Resulta fácil hacerse una idea de que, más bien, estaba curtiendo una onda bastanteo depre. ¡Nunca se sabe! Hoy estamos, mañana no estamos, la vida un soplo.

- ¡Ay, pensar que en mi época!...

Esta frase me cae un tantico para el cuerno, algo así como una patada en el estómago más un garrotazo en la nuca. Si ésta no es tu época, ¿de quién es?

Basta leerlo al buen Jorge M. para saber que fue él quien tuvo la genialidad de poner por escrito que todo tiempo pasado fue mejor. Además, tuvo la gentileza de incluirnos en su arrebato, pues dice con deslumbrante claridad: "nuestro parecer".

Da igual, que él piense lo que quiera, quiso o quisiera, ¡pobre que está tan muerto como su difunto padre!

Pensar que "el pasado fue mejor" se me hace que es una fragilidad de memoria que espanta, quizás en mi dudoso buen saber y entender.

¡¡ ESTE TIEMPO ES MEJOR, AQUÍ Y AHORA !!

Sin la banalidad de "yo vivo el presente y que lo demás se vaya al diablo", como ocurre con muchas personas actualmente.

Es en este mismo instante cuando tengo la posibilidad de seguir abriendo mi propio camino. Andando, tratando de no dejarme estar, mejorando todo lo que pueda mejorar. Y así, sin que resulte una carga abrumadora, llegar a mi muerte "tan callando"...

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