Voy a contarles, mi querido pueblo, mi querido público que tanto me aguarda, una anécdota de esta tarde.
No me gusta que piensen que estoy alardeando, o que echo facha, o que estoy mandándome la parte, o que estoy haciéndome el agrandado (petiso pedante) o que estoy a favor del más estruendoso autobombo. No es verdad. La cruda, crudísima realidad es lo que paso a relatarles ahora, si no siguen interrumpiéndome con bobadas y/o ñoñerías anticuadas.
Esta tarde recibí un e-mail de los Estados Unidos de Norteamérica. Me lo mandó un tipo que conocí en YouTube y que reside en ese país.
Lo recibí en mi cuenta de correo súper electrónico Gmail que, como su nombre lo indica, pertenece al grupo internetario Google & Co.
Puesto que el remitente no te juna ni pizca de castellano (Seattle queda muy al noroeste de cualquier lugar), le respondí en inglés.
Su envío fue, con las manos en el fuego lo afirmo, más bien un re-envío, en el que me sugería que mirase algo, vaya uno a saber qué pues la mencionada carta recontra electrón. no tenía links, ni archivos adjuntos... ¡ni siquiera una papa frita!
Presto, raudo y despeinado, le contesté que a veces, al reenviar algo, los archivos adjuntos no se reenvían. Algo así como que cortan los lazos que los aprisionan y retoman su vuelo libre, que no libertario.
Me despedí afablemente y traté de enviárselo.
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LSD, mi vieja gran amiga! |
¡Ja, sorpresa la mía, sorpresas me da la vida! Se me abrió una ventana pop-up en medio de la pantalla, advirtiéndome sobre un error gravísimo que estaba a punto de cometer.
Juro, so pena de muerte de quien lo desee, que hoy no consumí hongos de ningún tipo, es decir, no estaba alucinando.
Insistí con hacer click en "Send" (acuérdense del inglés), ¡y otra vez el mismo chiste! Me fijé bien y logré enviar mi escueta respuesta.
Sin embargo, empero, pero y espero, esa ventanita canyengue me dejó un tantico preocupado.
Pensé y pensaba: ¿funcionará así sólo en la lengua materna de la Madre que lo Repatrió, o en castellano será igual?
Volví a la computadora y me escribí un mail en inglés a mí mismo poniendo las palabras letales
"attached files", verbigracia, "archivos adjuntos".
¡Otra vez lo mismo!
Cambié el mail al castellano de Cervantes. Escribí las palabras que anteceden, ósea,
"archivos adjuntos", y no pasó one (¿lo recuerdan?). Esta vez sí cometí un error; además de enviármelo a mí mismo, se lo envié también a una amiga mía argentina por donde la mires, por lo que tuve que escribirle brevemente sobre mi error cautelar.
Volví al inglés y repetí el artilugio.
Precavido como soy, ya me había preparado para sacar una foto instantánea de la pantalla para incluirla en este inmejorable artículo, pues ya también se me había ocurrido volver aquí espasmódicamente.
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FOTO ELEC. DE LA PANTALLA DE MI NOTEBOOK ESTA TARDE FATÍDICA. |
Como el cartelito tan bien ponderado no se alcanza a leer ni por casualidá, lo recorté, lo amplié y ahora lo coloco:
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CARTELITO AD HONOREM | |
Además, no doy por descontado que mis excepcionales lectores saben inglés, con lo cual procederé a traducirlo, de manera que su lectura desapasionada resulte clara como el petróleo ganadero.
Este amable mensaje dice más o menos así, a saber a):
¿Quería adjuntar archivos?
En su mensaje, usted escribió "archivos adjuntos", pero no hay archivos adjuntos. ¿Lo envía igualmente?
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¡Piedad! ¿Y yo ahora qué? |
Desde mis ojos miopes, cual reguero de pólvora la paranoia corrió hasta mi cerebro reblandecido e inhóspito.
Pensé en una sugerencia reiterada en múltiples sitios web:
Cambie la contraseña cada medio segundo, o cada segundo medio, para resguardar su privacidad.
Me reí con nerviosismo histericoide mientras reflexionaba: "¿Para qué? ¿Para que mi anciana y jugadora compulsiva vecina no se entere de las tonterías que escribo? ¿Es que acaso los mercaderes de Google no están enterándose al instante, en vivo, en directo y en alta definición, de lo que escribo?"
Fantasmagórica la máquina en su capacidad de análisis y de mostrar advertencias. Atento el piojo, estoy hablando de la máquinita de Google (y de cualquier otro operador de Internet) y no de mi modesta compu.
Aquéllos que tuvieron la exclusiva posibilidad de leer mi artículo del 27 de Agosto del año próximo pasado, intitulado "Gran Hermano (Big Brother)", comprenderán que lo recordé en ese medio segundo que tanto y tanto recomiendan.
¿Voy a cometer la falaz osadía de pensar que los cándidos habitantes del Planeta estamos siendo controlados? ¿Yo, pobre piojo resucitado, enfrentaré al Imperio de Orwell o de Asimov con altivo desconcierto?
Pensé también: ¿Qué habría pasado si hubiese redactado un texto como el que sigue, en inglés claro?
Querido amigo terrorista:
Adjunta te envío la fórmula para la bomba que necesitarás dentro de quince días. Recuerda que es para usarla en el próximo atentado, de acuerdo a lo previsto en la reunión que tuvimos en lo del Toto Méndez, el viernes 18 a las 20:45.
Abrazo cordial,
Carlos María
anarquista de la primera hora
Sí, los entiendo. Habría sido un terrorista bastante tarado, por no decir opa irredento. Pero...
... ¿cuánto tiempo habrían demorado en llegar los de la Gendarmería, el FBI, la CIA, Interpol y las damas de la Sociedad de Beneficencia?
¡No, me resisto a razonar en estos términos! ¡Qué mal pensado soy!
Los de Google (porque de ellos se trata en este día) tienen la gentileza cibernética de prevenirme ante una posible equivocación.
Por así decir, son representantes de Asistencia al Consumidor y de la Defensoría del Pueblo.
Y a mí se me da por esbozar una crítica venal...
¡¡ QUÉ ALIVIO NO HABERLA HECHO !!
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