Espíritu Navideño

He sostenido, en repetidas oportunidades, que las propagandas de Coca-Cola normalmente me parecen muy buenas. Por eso me llamó tanto la atención la que comenté en el artículo "¿Cómo será?", del 18 de Noviembre de este mismo año y siglo.

Esta anterior, al ser una propaganda callejera, quizás fue hecha por una agencia de publicidad diferente de la/s que hacen los comerciales para televisión.

El que muestro ahora, lo vi en esta mismísima semana que visto y calzo. Y como me pareció que estaba un montón y/o cantidá, me decidí a compartirlo con ustedes, mis infatigables lectores ambulantes.

Quizás algún distraído me diga:

- ¡Pero aquí se promociona esta bebida cola de una manera desorbitada! Fijáte que hasta el trencito que trajina por la sala lleva en sus vagones envases envidiables...

¿Cómo hago para contestar que sí, que por supuesto que lo vi, y que sé de antemano que la finalidad de este video es promocionar la venta del producto?

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Entrepiso o intermezzo:
¿volviste a mirar el video para comprobar que el trencito está presente?
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No sólo está el trencito: los toques "coca-coleros" abundan por doquier.

¡Es lo lógico! No se trata de un mensaje monacal, ya sea de Oriente, de Occidente o de Victoria (E.R.).

No obstante, empero y otrosí digo, lo bueno de este Papá Noel es que, en esta vuelta, nos pide que "accionemos", al pedirnos que colaboremos con él en el reparto del espíritu navideño.

Aquí se nos presenta una perspectiva por completo novedosa:

NO ESPERAR QUE TODO NOS CAIGA DE ARRIBA

Y, además, que

HAGAMOS ALGO POR LOS QUE NOS RODEAN

¡Tá bien, no exagero! Que todos tengamos una conducta al mejor estilo Teresainus Calcutaensis suena a un poco como mucho.

Pero te pregunto:

- ¿No estamos, al acaso y al ocaso, atravesando una época de desbordante comodidad y exacerbado individualismo?

Entonces, aunque más no sea a la pasada, como adjetivé y/o adverbié anteriormente, está re-bueno y super-cantidá que nos recuerden estas actitudes (o disposiciones del ánimo) que nos retrotraen a una escala de valores olvidada, allá lejos y hace tiempo, cuando todavía existía el diablo porque todavía no había perdido el poncho, el muy mandinga.

En el párrafo precedente, para no hacerme el categóricamente rotundo, escribí:
"aunque más no sea a la pasada".

En realidad, este mensaje con dos valores buenos y concretos, es la parte constitutiva intrínsecamente esencial de la propaganda.

¡Ah, cómo me gusta redundar! ¡Ah, cómo la redundancia es lo mío! ¡Ah, y cómo la extraño día y noche, noche y día!

Esta vez, sin embargo, creo que seguir escribiendo sobre esto mismo estaría de sobra, como si mi abuela, la refranera, estuviera tejiendo al crochet una mañanita en el Desierto de Sahara.

¡Ja, redundé y ni cuenta que se dieron!

Tengo que optar: Sahara ó desierto, no ambas cosas en alegre concubinato. Porque "sahara", en alguna variante del árabe arábigo, significa precisamente "desierto".

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