lunes, 30 de enero de 2012

Yo amo a mi celular, ¿y vos?

"Amor al voleo"
Anónimo 
Chicos, recibí este texto en un mail que me mandó una amiga. Casi me desmayo de lo ESPECTACULAR que me pareció.

¿Les resultará comprensible si digo que está dentro de mis lineamientos personales? ¿O esta afirmación sería de un descaro gastronómico?

"Anónimo" por Anónimo
Un artículo tan bueno no podría haber sido escrito por alguien que no fuera "Anónimo". Este buen hombre ha escrito, esculpido, pintado, hecho música, etc., con una súper producción mundial que sobresale hasta las estrellas, que ha acumulado sobre sí tantos premios y reconocimientos que casi casi no puede andar, pese a ser un individuo, como decíamos ayer, esto es, hace dos lunes atrás. ¡Se lleva todos los laureles!

Anónimo se me parece bastante, o yo me parezco bastante a él. Primero el burro para que no se espante. La similitud entre él y yo es que no somos del todo breves al exponer un tema. Si, para peor como en mi caso, se nos da por poner ilustraciones, un artículo puede llegar a parecer más bien todo el Antiguo Testamento en versión informática.

"Veneno" - Anónimo
El tema que Anónimo nos expone con claridad, trata justamente de la conversación, asunto que me quedó pendiente después de finalizada la ya famosa charla con Juani sobre la objetividad y esas tonteras, pero del que ya hablamos entre los dos porque, a impaciente, no le gana nadie.

Sin más, porque lo que abunda daña si es veneno, por ejemplo, los dejo a solas con el artículo. Si quieren, después de leerlo salgan del blog meditando sobre lo que han leído. No sería una mala idea. ¿Y si en una de ésas se nos da por aprender a pensar?


LA MUERTE DE LA CONVERSACIÓN


"Celular" - Anónimo
Acabo de leer en Internet que a la entrada de algunos restaurantes europeos les decomisan transitoriamente a los clientes sus teléfonos celulares.


Según la nota, se trata de una corriente de personas que busca recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ringtones interrumpan, ni los comensales den vueltas como gatos entre las mesas mientras hablan a los gritos.


La noticia me produjo envidia, envidia envidia, pero de la buena. Personalmente, ya no recuerdo lo que es sostener una conversación de corrido, larga y profunda, tomando un café, sin que mi interlocutor me deje con la palabra en la boca porque suena su celular (¡¡¿qué tal los que mantienen el auricular y el micrófono puestos y no se sabe si hablan con uno o con el que está al otro lado de la línea?!!).


"Reunión familiar en supenso"
Anónimo
En ocasiones es peor. Hace poco estaba en una reunión de trabajo que simplemente se disolvió porque tres, de las cinco personas que estábamos en la mesa, empezaron a atender sus llamadas urgentes por celular. Era un caos indescriptible de conversaciones al mismo tiempo.


Gracias al celular, la conversación se está convirtiendo en un esbozo telegráfico que no llega a ningún lado. El teléfono se ha convertido en un verdadero intruso. Cada vez es peor. Antes, la gente solía buscar un rincón para hablar. Ahora se ha perdido el pudor. Todo el mundo grita por su móvil desde el lugar mismo en que se encuentra.


"Impaciencia" - Anónimo
No niego las virtudes de la comunicación por celular. La velocidad, el don de la ubicuidad que produce y, por supuesto, la integración que ha propiciado para muchos sectores antes al margen de la telefonía. Pero me preocupa que mientras más nos comunicamos en la distancia, menos nos hablamos cuando estamos cerca.



"Ahorcado" - Anónimo
Me impresiona la dependencia que tenemos del teléfono. Preferimos perder la cédula profesional que el móvil pues, con frecuencia, la tarjeta sim funciona más que nuestra propia memoria. El celular, más que un instrumento, parece una extensión del cuerpo, y casi nadie pude resistir la sensación de abandono y soledad cuando pasan las horas y éste no suena.


"Pensador" - Anónimo
Por eso, quizás, algunos nunca lo apagan. ¡Ni en el cine! He visto a más de uno contestar en voz baja para decir: "Estoy en el cine, ahora te llamo".


Es algo que, por más que intento, no puedo entender. También puedo percibir la sensación de desamparo que se produce en muchas personas cuando las azafatas dicen, en el avión que está a punto de despegar, que es hora de apagar los celulares. También he sido testigo de la inquietud que se desata cuando suena uno de los timbres más populares y todos, en acto reflejo, nos llevamos la mano al bolsillo o la cartera, buscando el propio aparato.


"Blackberry" - Anónimo
Pero de todos, los Blackberry merecen un capítulo aparte. Enajenados y autistas. Así he visto a muchos de mis colegas, absortos en el chat de este nuevo invento. La escena suele repetirse.


El Blackberry en el escritorio. Un pitido que anuncia la llegada de un mensaje, y el personaje que tengo en frente se lanza sobre el teléfono. Casi nunca pueden abstenerse de contestar de inmediato. Los veo teclear un rato, masajear la bolita y sonreír; luego mirarme y decir: "¿En qué íbamos?". Pero ya la conversación se ha ido al traste. No conozco a nadie que tenga Blacberry y no sea adicto a éste.


"¿Amigos?" - Anónimo
Alguien me decía que antes, en las mañanas al levantarse, su primer instinto era tomarse un buen café. Ahora su primer acto cotidiano es tomar su aparato y responder al instante todos sus mensajes. Es la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de lo disperso, de la sobredosis de la información y de la conexión con un mundo virtual que terminará acabando con el otrora delicioso placer de conversar con el otro, frente a frente.
                                                                                                              
                                                                 ANÓNIMO


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1 comentario:

  1. Está bueno, está- No coincido en todo, pero creo que casi en todo.
    La adicción por la black es real, pero además todo me parece cuasi inevitable, es decir: yo no soy adicta a mi viejo móvil, pero me sirve muchísimo, y me da una cierta seguridad poder comunicarme cuando lo necesite y que me encuentren cuando me necesiten. Y reconozco sentir cierto "desamparo" cuaqndo "parece" que se me ha perdido. Gajes de la tecnología.

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