lunes, 6 de agosto de 2012

El menor esfuerzo


"TODOS ESTAMOS DESNUDOS BAJO NUESTRAS ROPAS".

Leí esta frase memorable en una revista de ésas que traen sentencias en el margen inferior de muchas de sus páginas. Claro está, no recuerdo su autor que, inexplicablemente, no era nuestro amigo Anónimo.

Además de hacerme sonreír, me hizo pensar cómo es que, muchas veces, necesitamos que nos hagan ver lo que es evidente. Parece que nos cuesta ver lo obvio.

"Aunque la mona se vista de seda, mona se queda".

Pregunto: ¿esta afirmación no es más obvia que el sol del mediodía? ¿O es que la ropa es un conjunto de amuletos mágicos que transforman la realidad de lo que cubren?

En fin.

En un salto de birlibirloque, sorpresivo para el lector ausente, me aproximo cauteloso a la "ley del menor esfuerzo".

¿Alguno de ustedes no la ha escuchado al menos una vez, una sola vez, ¡voto al chápiro!? - Hay veces en las que me siento muy moderno y audaz en mi vocabulario. -

En todas las oportunidades en las que la he escuchado, siempre el que la mencionaba se refería, peyorativa y específicamente, a una persona perezosa, vaga, indolente, desmotivada, sin ambiciones, inmóvil, resbaladiza, untuosa, paralela al suelo, etc.

Me invade la pena y un sinsabor amargo rebasa mi boca ahora que les cuento que, durante años, yo también pensé lo mismo, erróneamente hasta el abismo insalubre de la idea. - Hay veces en las que me siento ser humano. -

Un vez que me recibí de bachiller nacional y popular, descarté por completo el estudio de la Física como clave y motor de mi vida adulta (es un decir). No obstante, cuando estoy despierto ando con los ojos abiertos y, de repente, me encontré con un artículo que hablaba sobre Albert Einstein y su "Ley de Conservación de la Energía".

A grueso error y de manera súper sintética, consiste en que ... en el Universo todo se hace empleando el mínimo de energía...

Es decir, en el todo Universo se emplea, en forma constante, la Ley del Menor Esfuerzo.

¿Quién lo hubiera dicho, no?

Para peor, en lo que a mi condición refiere, yo esto lo había visto y pensado hace una patada de años atrás. Concretamente, entre 1970 y 71. No fue ayer, creo.

Viviendo en Buenos Aires, un amigo me invitó a reemplazarlo en la redacción de las crónicas de Hipismo para el diario "La Nación", incipiente forjador del GONAP.

Con un caradurismo de desolación y espanto, acepté gustoso pese a no tener ni la más remota idea del tema; tan sólo sabía que me gustaba.

Siguiendo con el indeleble propósito de este artículo, me limito a comentar lo siguiente: fui a muchos concursos hípicos, habida cuenta de que en Buenos Aires (por aquel entonces pues desconozco cómo es ahora) los mismos tenían lugar desde Marzo hasta Diciembre, todos los fines de semana.

Por lo general, las pruebas más importantes eran los domingos. Y era muy frecuente que algunos jinetes, con caballos de maravilla, llegaran a saltar vallas de 2 m. También en esa época, el récord mundial era de 2.17 m.


También en aquella época (tampoco sé cómo es ahora), había una prueba denominada "saltos variados con desempates sucesivos". Las mismas podían empezar con vallas de 1.20 m o 1.40 m.

Mientras hubiera como mínimo dos jinetes sin faltas o con igualdad de faltas, los saltos continuaban y las vallas disminuían. Pero, aquí está el meollo de la cuestión, la altura aumentaba. Así, algunos llegaban con holgura a saltar vallas de 2 m., como escribí más arriba.

Me llamó la atención comprobar que los caballos no son estúpidos, ¡pobres bestias de carga! Los mismos caballos que pasaban rozando las vallas de 2 m., hacían exactamente lo mismo en las vallas de 1.20 m. O sea que a estas últimas, no las saltaban, por decir una altura, a 1.60 m.

Los caballos, en todos sus saltos, cumplían obedientemente con la Ley del Menor Esfuerzo. De no haberlo hecho, realmente habrían sido unos caballos recontra estúpidos. ¿Qué sentido habría tenido saltar a una altura mayor que la requerida por esa valla concreta?

A propósito no achiqué la foto para que puedan ver cómo el caballo pasa sobre la valla a lo justiniano posse.

A pesar de haberlo visto y de haberlo pensado,  no relacioné el comportamiento equino con la ya muchas veces referida Ley. Lo hice varios años después.

Cuando caí en la cuenta de esta simpleza cotidiana, reparé en que nosotros, los seres a veces humanos, tampoco somos tan estúpidos. En todos nuestros actos observamos cuidadosamente esta Ley, de manera totalmente inconsciente.

¿Acaso alguno de ustedes contrata una grúa para llevar una silla del comedor a la cocina? ¡Claro que no! Tan sólo emplean la fuerza necesaria para levantarla y trasladarla.

Pues... ¡yo no! No quiero que me critiquen como un badulaque torpe e indómito. Voy a emplear el mayor esfuerzo en todo lo que haga. Para quienes no lo sepan, soy un egresado de las Academias Pitman, cuyo eslogan era "Los Triunfadores del Mañana". ¡Éste es mi caso hoy!

A partir de ahora, por ejemplo, voy a prender la luz con tanta energía que, cada vez que lo haga, destrozaré el interruptor. No importa, lo que vale es el esfuerzo empleado, con decisión y coraje, y con espíritu emprendedor que pa' qué.

Regreso, cual trayectoria de boomerang, al comienzo. Nos cuesta ver lo obvio.

Presten atención, colegas de la especie, y no le digan más a nadie que se maneja por la Ley del Menor Esfuerzo. Estarán ponderándolo por comportarse de una manera sensata.

Si están hablándole a una persona perezosa, vaga, indolente, desmotivada, sin ambiciones, inmóvil, resbaladiza, untuosa, paralela al suelo, etc., llámenla de esta manera y no con un eufemismo absurdo que resulta ser, como acabo de escribir, un halago.

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2 comentarios:

  1. EStá muy bien. Supongo que en lenguaje coloquial, "la ley del menor esfuerzo", significa lisa y llanamente: no te "mates" en el intento..., pero considerando que el UNIVERSO emplea el menor esfuerzo en sus movimientos...lo cual es lógico, metafísicamente hablando: a por ello, NO DEMOS NI GOLPE!!! Te capté bien?

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    1. ¿Qué si me captaste bien? ¡Nunca habría redactado una conclusión mejor que la tuya!
      ¡Sabias palabras, doña Eustaquia!

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