domingo, 6 de septiembre de 2015

"El cántaro rajado" por Sacinandana Swami

  
ADVERTENCIA
 
Este cuento indio me lo envió, en inglés, mi tan querida amiga alemana, doña Steffi del Reino de Landau, como colaboración suya a mi inesperado e imperturbable blog.

Lo único que se requería de mí era que lo tradujera al castellano ancestral. Para no olvidarme de traducirlo, puse el archivo en el escritorio de mi anticuada (2008) notebook. Vi el archivo unas 300 millones de veces y, como imaginaran, no lo traduje.

Hoy, por pura casualidad, lo encontré en algún rincón de la web, ya en castellano pero no pampeano.

Comparé el texto con el que me había enviado Steffi: eran iguales (en dos idiomas distintos, claro está; ur dió, ¡cómo subestimo al lector!). Para para no tirarme a la marchanta total y esperar que todo me venga de arriba, lo que hice fue revisar la redacción y buscar algunas ilustraciones. Pues... ¡acá está!



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Un aguatero en la India tenía dos grandes cántaros; cada uno colgaba de cada extremo de una pértiga que el hombre cargaba sobre sus hombros, por detrás del cuello. 

Una de los cántaros tenía una rajadura, mientras que el otro estaba en perfectas condiciones  y siempre entregaba una porción completa de agua al final de una larga caminata desde el arroyo a la casa del amo.

El cántaro rajado llegaba solamente medio lleno. Esto pasó diariamente durante dos años, con el aguatero entregando solamente una vasija y media de agua al amo de la casa. 

De hecho, el cántaro intacto estaba orgulloso de sus logros, exactamente para la finalidad para la cual había sido hecho.

Pero el pobre cántaro rajado estaba avergonzado de su propia imperfección, y se sentía miserable de ser incapaz de llevar toda el agua para la que había sido hecho.

Después de dos años de lo que percibió como una amarga falla, habló al aguatero un día por el arroyo. "Estoy avergonzado de mí mismo, y quiero disculparme con usted". "¿Por qué?", preguntó el aguatero. "¿De qué estás avergonzado?" "He sido incapaz, durante estos dos últimos años, de entregar la carga completa; solamente pude cargar la mitad porque esta rajadura en el costado de mi cántaro permite que el agua se fugue hacia afuera a lo largo del camino hasta la casa de su amo. Por mis fallas, usted ha tenido que hacer todo este trabajo sin conseguir el valor completo de sus esfuerzos", dijo el cántaro.

El aguatero se sintió triste por el viejo cántaro rajado y, compasivo, dijo: "Cuando retornemos a la casa de mi amo, quiero que mires las hermosas flores a lo largo del camino".

En efecto, a medida que fueron subiendo la cuesta, el viejo cántaro rajado notó que el sol calentaba las hermosas flores silvestres que se extendía al lado del sendero, y esto lo alegró algo. Pero al final de la senda aún se sentía mal porque estaba fugándose la mitad de su carga, y de nuevo se disculpó ante el aguatero por su defecto.

El aguatero le dijo al cántaro, "¿Notaste que había flores solamente en tu lado de la senda pero no en el lado del otro cántaro? Eso esa porque siempre supe de tu falta, y saqué provecho de ella. He plantado semillas de flores en tu lado del camino, y cada día mientras caminábamos de regreso del arroyo, las has regado. Por dos años he estado recogiendo estas hermosas flores para decorar la mesa de mi amo. Si no fuera por tu forma de ser, él no habría tenido esta belleza para alegrar su casa." 


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3 comentarios:

  1. ¡Qué sorpresa que ver este cuento hermoso! Lo me gusta mucho cada vez que lo leo.
    Muchos saludos...Steffi

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    1. Fue muy bueno hacer el post y me complace que te haya gustado verlo así.
      Además es una forma muy buena de seguir practicando castellano.
      Saludos,
      Carlos María

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