lunes, 3 de octubre de 2011

Estilo felpudo

Los que pueden oírme porque están cerca, con bastante frecuencia me escuchan exclamar: ¡es increíble! ¡pero podrá ser! ¡no se puede creer!, y similares.

Si el hombre es un animal de costumbres, caben tres posibilidades: no soy hombre, no soy animal, o no tengo costumbres. Es que no me acostumbro... ¡a nada!

Por esto, no me entra en la cabeza que se digan tantos, pero tantos absurdos disparatados como si nada. ¿Cómo es que los habitantes no nos rebelamos ante tanta estupidez? No sé, ¿viste?

Me enferman, me brotan, me dan urticaria o sarpullido, me provocan fiebre y/o náuseas, las propagandas, que no son pocas, en las que a gente capacitada en su tema, la hacen quedar como la mona.


Que haya quienes se presten a estas jugarretas está, en relación a mi capacidad de comprensión, a miles de años luz.



Hace poco volví a ver esta propaganda de un exquisito vino juvenil. Si prestaron atención, habrán visto como dos muchachos, con muchas ganas de hacer una linda fiesta al aire libre, van al encuentro de dos mujeres y un hombre meteorólogos; por poco los obligan a que hagan un pronósticos del clima fantástico, afirmando que el tiempo va a estar más que brutal, sin probabilidad de lluvia ni ahí. Se parece mucho a un fenómeno realizado por arte de magia, pero de magia medieval, esto es, de Merlín, y no de Harry Potter.
Salvedad: no tengo nada en contra de J. K. Rowling o Daniel Radcliffe. Tan sólo que son muy, demasiado modernos.

Como puede verse claramente en el spot, en medio del rugir de la fiesta, se destaca la más conocida de estas buenas mujeres meciéndose, más tranquila que los jovencitos del bailongo, los cuales saltan al ritmo frenético de las tamboras que están batiendo con gran entusiasmo un sexteto de chimpancés punk que, por un detalle técnico (originado por su inexistencia), no alcanza a verse.

Uno de los chicos organizadores, inconsciente como el mejor, se acerca a la pronosticadora  y le dice que no se equivocaron ni por un mínimo pelo.

Un segundo después, empieza a refucilar y a tronar anunciado una tormenta de magnitud 87 en la escala de Richter que, a pesar de ser para terremotos, aquí se aplica como anillo al palenque.

Ergo, los tres profesionales involucrados quedan como más ineptos que un lagarto, trabajando de felpudo, en el cruce de las peatonales Córdoba y San Martín.

Happy end?

2 comentarios:

  1. 1º yo hubiera sido el primero q no iba si anunciaban mal tiempo, así q estoy de acuerdo con la pequeña enmienda del clima. Y es más, hasta si me agarraba en un mal día y encima llovía, los anfitriones podrían "haber comprado todos los números para la piña q se rifaba" y de paso descargaba.

    2º Y de todos modos.. QUE BUEN FIESTÓN!!

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  2. Hola, John:
    Parece que opinás lo mismo que yo. El problema no está en la fiesta, sino en querer cambiar el clima por "decreto".
    Por supuesto, si pensás hacer algo parecido, vas a desear que el clima te acompañe, pero no se puede forzarlo.
    Por otro lado, lo que más me molestó fue el final, en el que Nadia queda como una reveranda tarada.
    Chau.

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