lunes, 15 de agosto de 2011

Generosidad bancaria extrema

Hace varios años ya, a un banco muy tradicional argentino, le tocó emitir dos tarjetas de crédito de alcance mundial y soberano impoluto.
La propaganda que hicieron o, al menos, la que vi, fue de simpáticos carteles callejeros, del tamaño y forma apaisada que tanto se acostumbraba en aquella época como ahora, esta época.
Casi me atrevería a decir que el texto de esa publicidad me enterneció. Con letras del tamaño adecuado para su fin, decía:

Comprá lo que querés, no lo que podés.

Nunca habría sospechado ni de lejos, y eso que soy confiado como los barriletes, que una entidad con muy claros y concretos fines de súper lujo, no, de súper lucro, pudiera prestar semejante servicio a la comunidad, de forma tan magnánima, sin distinciones de índole social, sin distinguir nada, para que los ciudadanos pudiéramos alcanzar nuestros sueños más recónditos, casi ya hasta olvidados en el popularizado cajón de los recuerdos.
Mi sueño nunca concretado era tener un helicóptero. En ese momento, y al conocer esta ayuda incondicional, supe que podría subir por los aires, volar con mucho donaire, y cantar, cantar un cántico eterno de agradecimiento y júbilo perennes porque, si se trata de redundar, la redundancia es lo mío.
¿Cuál podría ser mi preocupación? ¿Que no me dieran las cuotas necesarias? ¿Que éstas se indexaran a galope tendido? ¿Que mis ingresos no resultaran suficientes? ¿Que se me hirviera el agua para el mate?
Nada de esto, ¡gracias a las entidades financieras! Estaba en condiciones de adquirir la máquina voladora que era lo que ansiaba desde niño. Sí, claro que no tenía dinero, pero esas tarjetas se harían cargo de la diferencia, según rezaba el cartel. La letra chica decía que mi colaboración debía ser una moneda de $ 1.-
Me sentía exultante, recubierto por una pompa y un boato de jabón de tocador. Cuando ingresé al banco, tanto la pompa como el boato implosionaron, haciéndome puré de mandioca.
Ahora, sigo como entonces:
la casa, la calle, el río,
los árboles con sus hojas,
las ramas con sus nidos,
¿y el helicóptero?...
¡vaya uno saber a dónde está escondido!

2 comentarios:

  1. No parece justo!!!, pobre entidad financiera. Si hoy preguntás seguro que te dan el crédito, ya lo dijo la nunca bien ponderada, es decir la gorda de papada, vestida de negro eterno, que se cree la presi. Estaré con un poco de odio fino?

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  2. De ninguna manera Anónimo, no tenés odio fino, tenés odio grueso......Y bien merecido por la gorda.Se dice que hubo un fraude bestial en las elecciones, Y?!!, se puede saber qué hacemos con ese conocimiento horroroso?

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