sábado, 13 de agosto de 2011

Haga patria... ¡mate un jubilado o dos!

Una de las noches de 1994 que fui a comer a la casa de una de mis hermanas, mi cuñado se puso a mirar un programa televisivo donde se trataban temas de la realidad política del momento.
Estaba sentado en el comedor de diario, que tenía un arco iris hacia la cocina, donde mi hermana lavaba los platos. Por esto, con atención estereofónica no del todo amplificada, miraba el programa y charlaba con mi hermana.
Así, medio distraído paralelamente, escuché cómo un economista de renombre aseveraba sin pelos en la lengua ni vacilación estrepitosa: "Los jubilados son el 40% del gasto público". Me sonó raro pero no caí bien en la cuenta de porqué. Lo dijo dos veces, como para que a todos los habitantes del suelo argentino nos quedara claro.
Soy un hombre de a pie, calzado Nº 40. Con frecuencia, viajo en colectivo. Tres días más tarde de esa cascabeleante afirmación, iba en colectivo cuando, como un rayo que traspasó mi intelecto, recordé lo que dijo y exploté de la bronca: "¡Pero qué hijo de puta, cómo será de desfachatado y pétreo para decir un bolazo así de meteórico, y quedarse como si tal cosa!"
En dos oportunidades, fui "un gasto público": cuando trabajé en el Ministerio del Interior y en el Banco Provincial de Santa Fe.
Opino que no son dos gotas de agua las nociones de "gasto" y "egreso", pero no voy a disgregarme en distinciones sutiles cual velos de seda.
Sí me importa, en cambio, como el agua que respiro, traer a la luz del mediodía que, mientras fui empleado público, tanto la Nación como la Provincia pagaron el porcentaje de mi sueldo correspondiente para mi jubilación, haciéndome a mí los descuentos pertinentes con el mismo destino.
De haber seguido trabajando dócilmente en cualquiera de las dos reparticiones, al emprender el largo y sinuoso camino de la jubilación, automáticamente habría dejado de ser un gasto público.
Al partir hacia el ocaso, mi ingreso mensual habría procedido de la Caja de Jubilación o de la Administración Nacional de la Seguridad Social, conocida por la población como la ANSES, a donde supuestamente habían ido a parar los fondos tan preciosamente anticipados, tal la hormiga, que no la cigarra.
Me asqueaba y me asquea, como sapo muerto putrefacto y rehogado en cebolla, la gigantesca mentira del Sublime Economista. Si las Cajas de Jubilación, la ANSES o el organismo que corresponda, fueron despojados de todo recurso por desprolijidades sucesivas y, entonces, no queda otra alternativa que pagarles a los jubilados con dinero del Tesoro Público, eso no significa, ni aquí ni en la China, que esta opción se corresponda, con simetría falaz, a "gasto público".
Si yo, que de economía sé tanto como de zulú, me doy cuenta de esto, con más razón sinrazón ese reventado hijo de puta sabía que lo que estaba vomitando no tenía nada que ver con la realidad, realista o surrealista.
Por obra y gracia de las sudestadas, este descaro y esta falsía se prolongan hasta el día de hoy y, quizás, alcancen los últimos tiempos.
De ahí que, para sanear nuestra balanza de pagos y los fondos del Banco Central, no sea necesario dejar de robar por dos años, como sugirió Barrionuevo,  con elegante y profunda sensatez.
Es mucho más eficaz proceder, sistemática y exhaustivamente, a la matanza de los jubilosos jubilados en tropel; no a la bartola, para impedir que ninguno escape al filo de la guadaña o a la caricia de la guillotina.

3 comentarios:

  1. Soy otra que está en el grupo que ocasiona ese terrible GASTO PUBLICO... pero no me gustaría que mi bella cabeza (llena de ideas sobre justicia social y esas mierdas) rodara en medio de los HdP que piensan como ese "ecónomo".
    Propongo otras acciones que tengan impacto mediático: robarle la guitarra al super ministro de economía que salió del ANSES y se carga y distribuye sus fondos como si fueran suyos, y dejar un cartelito con el tan conocido refrán: el que le roba a un ladrón tiene mil años de perdón (puse mil y no cien debido al proceso inflacionario, que también es desconocido el canta-ecónomo).
    Pero, por las dudas, sugiero que afilen las guillotinas para no sufrir por falta de "filo".

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  2. Me apunto a todo, y te diré que prefiero que si además hay que matar un jubilado, que sean dos, viste más!!!!

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  3. Siempre me gustó matar jubilados pero ahora tengo ganas de matar a: gerentes de Anses, presid. del Bco Central, M. de Economía, y suma y sigue......no hay lugar en el mundo (es muy pequeño) que se libre de esta lacra de deshones, corruptos, mentirosos, ladrones, y un largo etc....Ergo, solo nos queda el Cielo para disfrutar

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