lunes, 27 de agosto de 2012

Gran Hermano (Big Brother)

Cuando sucedió el episodio que relaté en el artículo de este blog Relevante detalle pequeño, del 13 de Agosto, no sólo recordé la película "La Red". También me acordé de la notable novela 1984, de George Orwell.

Al comentar esto, destaco que ya tenía previsto hablar sobre el mismo tema que el de aquel artículo, ampliándolo. No obstante, ahora lo hago con mayor énfasis, y desde una perspectiva algo diferente.

Desde que comencé con este blog, me propuse tratar los temas políticos de la manera más tangencial que pudiera, en caso de tener que hacer alguna referencia. Esto sucedió en alguna ocasiones; recuerdo con claridad que hice referencia explícita al hablar sobre el programa "Prende y apaga", que no tiene ningún contenido político pero que se transmite en un canal político.

Totalmente en broma, comentando que miraba con frecuencia el canal de cable TN, inventé que era un canal del GONAP (Grupo Opositor NAcional y Popular), por encontrarse dentro del área de influencia del Diario "Clarín".

Mi propósito al hacer este chiste tan ridículamente tarado fue, de manera consciente, restarle importancia al medio en donde había visto lo que estaba comentando, pues no había ni hay relación alguna entre uno y otra.

Hoy no me cabe otra posibilidad que hacer una referencia política totalmente explícita. Y mis comentarios se derivarán de lo que transcribo, aparte de lo que había pensado con anterioridad.

Pues bien, el jueves 23 de Agosto por la noche, mientras comía en casa, miré el programa de Nelson Castro, "El Juego Limpio", que, con toda obviedad, se transmite por TN.

Eliseo Subiela
Al comenzar el programa, Castro tuvo una conversación telefónica con Eliseo Subiela, director de cine argentino quien tuvo a su cargo, por ejemplo, Hombre mirando al sudeste.

Escuché la charla atentamente. Sin embargo, copio a continuación la nota publicada en la edición digital del Diario Perfil, el 24 de Agosto, no porque dude de mi memoria sino porque está mejor redactada.


Eliseo Subiela y la AFIP: "No tenía miedo desde la época de Isabel"

El cineasta asegura que fue montonero y que no es "enemigo" del Gobierno, "No es proporcional la reacción de acuerdo a lo que hice".

El cineasta Eliseo Subiela aseguró ayer que agentes de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) se hicieron presentes en su escuela de cine: “No tenía miedo desde la época de Isabel”, expresó.

"No esperaba pasar por esta situación. No tengo sociedades fantasmas, y tampoco tengo garantías de que no van a inventarme alguna cosa. No soy ése que creen que soy", manifestó Subiela en diálogo con El juego limpio, por Todos Noticias (TN).

En su relato, el cineasta indicó que "aparecieron dos señores de la AFIP y pidieron hablar con alguien de la escuela. Dejaron un sobre pegado en la entrada de la institución. Dijeron que era parte de un procedimiento. Es un sobre con requerimientos que no tendríamos problemas en contestar".

Subiela se había quejado hace dos semanas por la prohibición de comprar divisas para viajar a un festival en Perú, patrocinado por la Cancillería. El titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, salió al cruce en ese momento y dijo que el cineasta figuraba en su dependencia con “una categoría vinculada a la astrología".

"Estoy inscripto en la categoría que corresponde", se defendió Subiela anoche. "No soy un enemigo del Gobierno. Estoy con miedo. Fui miembro de la JP y fui montonero. No es proporcional la reacción de acuerdo a lo que hice".

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Subiela insistió que el comentario lo había hecho en Facebook, y que no tenía mayor trascendencia.

Éste es un aporte de "Funes, el memorioso". Funes agrega que el entrevistado recalcó que los agentes de la AFIP no quisieron dejarle el sobre en la mano a la persona que los estaba atendiendo y que, en vez de ello, lo pegaron en la puerta.

Asimismo, afirmó que la requisitoria no era para la Escuela, sino para él en forma personal. También dijo que su miedo se basaba en la cercana posibilidad de que siguieran inventándole cosas de todo tipo y que él no pudiera demostrar la falsedad de las mismas.

Y termino esto en concreto aquí porque, si no, éste va a ser un artículo más extenso que la Biblia editada en arameo, hebreo, griego, latín, castellano e inglés.

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George Orwell
Geroge Orwell, seudónimo de Eric Arthur Blair (25/06/1903-21/01/1950) fue un escritor y periodista británico.

Orwell fue, en los años treinta y cuarenta, cronista, crítico de literatura y novelista. De su producción variada, la obra que tuvo un éxito más duradero fue publicada en 1949: 1984, novela en la que crea el concepto de "Gran Hermano" que, desde entonces, pasó al lenguaje común de crítica a las técnicas modernas de vigilancia en los regímenes dictatoriales.

1984 es una novela política de ficción distópica. Con ella, introdujo los conceptos del omnipresente y vigilante "Gran Hermano", de la notoria Habitación 101, de la ubicua Policía del Pensamiento, y de la Neolengua, adaptación del inglés en la que se reduce y se transforma el léxico con fines represivos, basándose en el principio: Lo que no está en la lengua, no puede ser pensado.

Ciudad distópica
Una distopía es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a las de una sociedad ideal.

Este término se usa para hacer referencia a una sociedad ficticia, ubicada en un futuro cercano, donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo -a cargo generalmente de un Estado autoritario o totalitario- llevan al control absoluto, al condicionamiento o, incluso, al extermino de sus miembros, bajo una fachada de benevolencia.

Pirincho de Cuarta
Muchos analistas, y yo también pese a ser un pirincho de cuarta, detectan paralelismos entre la sociedad actual y el mundo imaginado por Orwell.

Juro, perjuro y abjuro que leí esta novela hará unos siete u ocho años. Empero, sin embargo y no obstante, no soy tan desfachatadamente pirincho como para no declarar, ante mi pueblo y mi público, que copié gran parte (casi todo) de lo que antecede.

Atento el piojo: no es que desconozca todo lo que puse; hice, como con Subiela y el Diario Perfil, uso (y quizás abuso) de la ley del menor esfuerzo, tratada también en este blog más atiborrado que una señora regresando del supermercado.

Encontré un interesante diagrama de la espléndida sociedad futura.


Ahora bien, otrosí digo, decir que se detectan paralelismos no significa que ya estemos inmersos a lo loco en esta maravillosa organización. Lo que sí quiere decir es que nos estamos acercando al borde del abismo.

Un rasgo esencial al planteo, que está dicho medio a la pasada entre tanto palabrerío culto y erudito, es la vigilante omnipresencia del Gran Hermano, que tiene todo bajo control, tal cual lo muestra la bilingüe imagen de la izquierda.

Como dijo el que lo dijo, esto ya ha comenzado a darse, al estilo de lo que plantea la película Enemigo Público, de 1998. Al protagonista (Will Smith) lo buscan y persiguen desde el satélite, las cámaras de tránsito y esto y aquello, incluyendo a la señora que tomaba mate ahicito nomás. Por supuesto, aparecen los ursos correspondientes para que el ritmo no decaiga. No voy a contar el argumento, no sea cosa de que a alguien se le dé por verla.

Esta película añade algo que Orwell no pudo incluir: el brutal avance tecnológico. Recuerden que se publicó en 1949, año del Buey en el Horóscopo Chino.

Entreverando las dos películas, La Red y Enemigo Público, puede verse, con una claridad que espanta, la tecnología que está utilizándose para el Gran Hermano de aquí o acullá.

Detalle adicional: recuerden el caso de la Embajada de Japón en Perú tomada por guerrilleros, y cómo los ayudaron nuestros amigos imponderables del Norte con los rayos infrarrojos que disparaban a mansalva desde algún satélite bipolar.

Para desvirtuar algo importante, lo mejor que puede hacerse es tomarlo para la chacota. Así, la espantosa noción de Orwell y el Gran Hermano, ahora es un reality súper ficticio donde nada importa y que, por causar gracia, aniquila todo el contenido previo y lo manda al País del Olvido.

"Reality" viene de realidad, ¿no? ¿Qué tienen de reales estos extraordinarios shows? Los que en cualquier lugar del planeta ingresan a la Casa del Gran Hermano, saben que van a ser mirados permanentemente por cámaras televisivas y, por eso, están permanentemente actuando. Pa' pior, sin ser actores, con lo cual el nivel, originalmente de cuarta, baja a niveles insospechados, a profundidades siempre insospechables, incluso por Sherlock Holmes.

De esta también perversa manera, se desdibuja la figura del Tirano Supremo en una fantochada indigna de todo, hasta de ser desechada.

¡Y que siga el baile! Como nos dijera el bueno de Juan de la Encina (1468-1529) hace unos días:

Oy comamos y bebamos
y cantemos y holguemos
que mañana ayunaremos.

Comamos bebamos tanto
hasta que nos rrebentemos
que mañana hai gran quebranto.

Se me da por pensar:

¿Significa esto que el verdadero Gran Hermano se esfumó por la vergüenza que le impuso esta vulgar parodia?

En mi opinión, esta burlona bufonada fue inventada, precisamente, por los que se agazapan detrás del Gran Hermano (y le dan vida), de manera que los seres humanos no nos demos cuenta de cómo vamos rrebentando.

No viviendo en otro país, no sé cómo será en otro país. Viviendo en éste, puedo advertir lo que sucede en éste.

Si no equivoco mi visión miope y astigmática, la estructura social distópica 1984 se está instalando de a poco en nuestro país. Como todo proceso, no es fácil determinar en qué momento comenzó a darse. Por lo tanto, y de manera un tanto arbitraria, elijo las multas con las que amenazaron, el año pasado, a las consultoras que dieran a conocer un índice de inflación distinto al del INDEC, que en paz descanse.

¿Cadena qué?
Luego comenzaron las marchas y contramarchas con el libre intercambio de pesos por moneda extranjera. Se arguyó que era para evitar la fuga de capitales, la especulación y otros asuntos; en realidad, se perjudicaron muchas actividades y a particulares.

Más o menos simultáneamente, la Gran Hermana comenzó a usar con una muy delicada discriminación la cadena nacional de radio y televisión para cualquier cosa, excepto para algo que fuera importante.

Y dentro de todo este quilombo, comenzaron las medidas disciplinarias aplicadas por la AFIP. Por nombrar dos, al fulano de la inmobiliaria porteña que dijo que las operaciones habían disminuido, y el jueves pasado a Subiela.

Con este episodio, volvemos a la película La Red y su esplendorosa manipulación de datos. A grueso error, cabe pensar que Subiela no es astrólogo, no sé, digo.

Me parece innecesario repetir lo del pirincho. Pero este pirincho tiene, pese a todo, la posibilidad de viajar a Europa. ¿Cómo sabe la AFIP que no tengo ingresos suficientes como para especular con dólares hasta el desvanecimiento? ¿Será que cuenta con el apoyo de una maraña informática que le permite enterarse de todo? ¿Y si se les da por enchufarme alguna cuestión ilícita y tengo que demostrar que es falsa?

¿Será que estamos siendo controlados, supervisados, analizados de sangre, etc.,  mucho más de lo que creemos?

¿Quiénes integrarán el privilegiado Partido Interior, y el no tan favorecido Partido Exterior? ¿Boudou, Moreno, De Vido, Lázaro Costa, la Negra Candombera?

En esta oportunidad, me siento más que nunca inmerso en el Proletariado.

Redundando como hace tiempo que no redundaba, les regalo un link que me regaló un amigo hace poco. Trátenlo con cuidado porque es una dulzura.

Lo único que tienen que hacer, luego de haber sacudido el mouse con varios clicks, es rellenar los casilleros con sus datos tal como figuran en sus respectivos documentos.

¡¡ VEAN QUÉ SALE !!

http://www.buscardatos.com/Personas/Apellido/

Como si la desolación y el espanto hubiesen sido poco, además hay una cretinada que probablemente haya sido hecha por el mismo reventado hijo de puta que sacó a relucir esto.

En donde dice "edad", hay un link que te permite saber cuál es tu edad corporal. Después de hacer los pasos necesarios, te piden que pongas tu número de celular. Por curiosidad, decidís hacerlo, y caíste en la trampa de que Enterfactory empiece a mandarte mensajes a toda hora, mensajes que, por cierto, tenés que pagar.

Espero que ninguno sea tan tonto como yo y lo haga. De hacerlo, y después quieran zafar, tienen que mandar un mensaje con la palabra BAJA al Nº 60700.

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lunes, 13 de agosto de 2012

Relevante detalle pequeño

Mis suegros y nosotros.
Cuando me casé con Laura el 8 de Diciembre de 1911, fuimos de luna de miel al Viejo Continente. En Venecia conocimos a Sussie y Luke, una pareja norteamericana de recién casados. Nos caímos bien mutuamente, y proseguimos nuestro tour los cuatro juntos.

Ellos también tenían pasaje en el Titanic por lo que, a fines de Marzo de 1912, partimos hacia Inglaterra, casi a toda carrera como Julie Andrews con los niños Trapp (cfr. "La Novicia Rebelde" o "The Sound of Music").


Como todos saben, zarpamos el 12 de Abril hacia Nueva York. Dos días después, estábamos los cuatro en cubierta. Laura vio que un hielo se aproximaba. Nos llamó y dijo:


- Miren que lindo barquito de hielo. Me gustaría dar una vuelta en él.

A los pocos minutos, ¡zácate, el hielo del iceberg oculto bajo el agua nos hizo percha el barco! Ya que estábamos en la borda, nos tiramos al agua y comenzamos a nadar.

Pese a que el agua estaba fresca, fuimos quitándonos las ropas más incómodas para la natación. Una brazada aquí, otra brazada allá, un rato de día, un rato de noche, casi sin darnos cuenta llegamos a Río de Janeiro.

Nos arrojamos sobre la playa a descansar. Y seguimos nuestras vidas como si nada.

El domingo pasado al atardecer, o sea, el 5 de Agosto del 2012, estuve conversando por Skype con Ralf, un amigo mío que vive en Alemania. Esto es cierto y aquí casi terminan los ribetes semi novelados.

Mi amigo ya me había comentado el problema de Gmail tanto en el Reino Unido como en Alemania. Quizás sea mi turno contárselo, amables y pacientes seguidores de este blog radial y tan marinero.

Cuando Google lanzó su propio correo electrónico, probablemente por razones de propiedad intelectual, en ambos países europeos el correo se denominó "Googlemail".

En Gran Bretaña el problema se solucionó en el 2010. Y en Alemania, hace pocos días.

Por eso, a mi amigo Ralf comenzó a aparecerle un letrero que decía que, si quería, podía cambiar su correo a Gmail. El domingo pasado, mientras estábamos conversando, aceptó el cambio.

Después de terminada nuestra conversación, abrí mi cuenta de correo para corregir la dirección de Ralf y me encontré con que ya estaba cambiada: de "usuario@googlemail.com" había pasado a ser "usuario@gmail.com". ¿Por arte de magia?

Apagué la computadora y me fui a cenar. Laura había preparado unos canelones de verdura que eran, como me decía mi abuela por ser su nieto preferido, un verdadero poema.

Mientras comíamos, le conté el episodio del cambio de la dirección en mi lista de contactos. Su respuesta no me sorprendió:

- Me parece que éste es otro lindo barquito de hielo...
- ¿Otro iceberg en nuestros alrededores?
- Pensá por vos mismo. Tengo que recoger la mesa, lavar y demás.

Recogió la mesa, se fue del comedor y también de este artículo.

Lo bueno de la ficción literaria es que inventás un personaje, le hacés decir lo que se te ocurre, lo borrás como si nada y seguís con la misma idea porque, de una manera u otra, es tu idea.

Esto que acabo de relatar sobre el irrelevante cambio automático de dirección de correo electrónico parece una nonada.

Un iceberg, en sí mismo, no constituye un peligro; es tan sólo un barquito a la distancia. Adquiere esta cualidad magnífica de peligrosidad cuando se te acerca y no tenés ni la más remota idea para dónde va la parte sumergida.

A mí, pirincho de cuarta como cualquier pirincho del arrabal, me importa un pepino lo que puedan hacer con mi escasísima e intrascendente información personal. No tengo nada oculto y, si tienen la peregrina idea de revisar, a lo sumo pueden encontrarse, aquí en el blog, con el borrador de un próximo artículo, para publicar en un futuro ignoto pues siempre se me puede cruzar por la cabeza otro tema.

Pero (¿recuerdan que siempre hay un 'pero' a mano?) no es lo mismo para muchos datos que sí tienen de relativa a suma importancia.

Mientras le contaba a Laura (no regresa, la recuerdo) el incidente, lo que sí me vino inmediatamente a la cabeza fue "La Red".

Esta película, estrenada en 1995, tuvo a Sandra Bullock como protagonista. Es una muy buena película de acción, con una dosis de suspenso agradable; no produce convulsiones entusiásticas, sino que es gratamente entretenido.

La cuestión principal reside en el argumento que, como telón de fondo, permite que la susodicha acción se despliegue.

El tema es la manipulación de datos a través de Internet. Un diskette tiene su lugar en la película, por lo que podría considerarse que la misma corresponde al Paleolítico Informático. Descartarla por esto sería un serio desperdicio. La trama es algo que puede estar sucediendo en todo el planeta. Mejor dicho, ya está sucediendo, aunque desconozco cuál es su magnitud.

El relevante detalle pequeño del cambio en la dirección de Ralf es la punta del iceberg. Aunque sea una nimiedad, es manipulación de datos. Si la dirección es un "dato", y yo no la cambié, "alguien" lo hizo, sin decir agua va (o ni mu), es decir, lo manipuló.

Para facilitar un montón de cosas, entre ellas la manipulación o inquisición, los que detentan el poder ahora están incitando, a los usuarios en general, a que usen "La Nube" (cloud, en inglés de primaria).

Mientras mantenga mis documentos e informaciones en mi computadora, no pasa nada; tan sólo se me reduce la capacidad de almacenamiento.

Entonces, para que mi encantadora notebook no reviente por el empacho, puedo comenzar a almacenar datos en la referida Nube. Por otro lado, si viajo a Groenlandia (ahora que se descongeló en parte), puedo usar cualquier computadora, acceder a La Nube, y trabajar con mis preciados documentos.

Me causa gracia y, a la vez, me parece práctico que se hable de La Nube: es algo indefinido, sin una ubicación específica, que flota en el éter. En realidad, como ya escribí en un artículo anterior, TODA la información está físicamente grabada en algún lugar.

Los datos no son como los glóbulos rojos que van y vienen por el sistema circulatorio sin parar, gracias a Dios y menos mal. Al no estar en mi computadora, están en otro lado.

Y así como yo tengo acceso a mis cuestiones personales almacenadas en La Nube, otros también pueden acceder a ellas sin mayores inconvenientes. Haquear una computadora es tedioso; si, para peor, al dueño se le da por apagarla, soné como arpa vieja. En cambio, hacerlo en la nebulosa ambigüedad de un lugar ignoto, resulta más sencillo y exotérico (aquéllos que desconozcan el significado de esta palabra que parece ser producto de un error dactilográfico, y les interesa enterarse, búsquenlo en el diccionario).

Termino con la ya afamada frase acuñada por Laura en 1912:

- Miren qué lindo barquito de hielo...

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lunes, 6 de agosto de 2012

El menor esfuerzo


"TODOS ESTAMOS DESNUDOS BAJO NUESTRAS ROPAS".

Leí esta frase memorable en una revista de ésas que traen sentencias en el margen inferior de muchas de sus páginas. Claro está, no recuerdo su autor que, inexplicablemente, no era nuestro amigo Anónimo.

Además de hacerme sonreír, me hizo pensar cómo es que, muchas veces, necesitamos que nos hagan ver lo que es evidente. Parece que nos cuesta ver lo obvio.

"Aunque la mona se vista de seda, mona se queda".

Pregunto: ¿esta afirmación no es más obvia que el sol del mediodía? ¿O es que la ropa es un conjunto de amuletos mágicos que transforman la realidad de lo que cubren?

En fin.

En un salto de birlibirloque, sorpresivo para el lector ausente, me aproximo cauteloso a la "ley del menor esfuerzo".

¿Alguno de ustedes no la ha escuchado al menos una vez, una sola vez, ¡voto al chápiro!? - Hay veces en las que me siento muy moderno y audaz en mi vocabulario. -

En todas las oportunidades en las que la he escuchado, siempre el que la mencionaba se refería, peyorativa y específicamente, a una persona perezosa, vaga, indolente, desmotivada, sin ambiciones, inmóvil, resbaladiza, untuosa, paralela al suelo, etc.

Me invade la pena y un sinsabor amargo rebasa mi boca ahora que les cuento que, durante años, yo también pensé lo mismo, erróneamente hasta el abismo insalubre de la idea. - Hay veces en las que me siento ser humano. -

Un vez que me recibí de bachiller nacional y popular, descarté por completo el estudio de la Física como clave y motor de mi vida adulta (es un decir). No obstante, cuando estoy despierto ando con los ojos abiertos y, de repente, me encontré con un artículo que hablaba sobre Albert Einstein y su "Ley de Conservación de la Energía".

A grueso error y de manera súper sintética, consiste en que ... en el Universo todo se hace empleando el mínimo de energía...

Es decir, en el todo Universo se emplea, en forma constante, la Ley del Menor Esfuerzo.

¿Quién lo hubiera dicho, no?

Para peor, en lo que a mi condición refiere, yo esto lo había visto y pensado hace una patada de años atrás. Concretamente, entre 1970 y 71. No fue ayer, creo.

Viviendo en Buenos Aires, un amigo me invitó a reemplazarlo en la redacción de las crónicas de Hipismo para el diario "La Nación", incipiente forjador del GONAP.

Con un caradurismo de desolación y espanto, acepté gustoso pese a no tener ni la más remota idea del tema; tan sólo sabía que me gustaba.

Siguiendo con el indeleble propósito de este artículo, me limito a comentar lo siguiente: fui a muchos concursos hípicos, habida cuenta de que en Buenos Aires (por aquel entonces pues desconozco cómo es ahora) los mismos tenían lugar desde Marzo hasta Diciembre, todos los fines de semana.

Por lo general, las pruebas más importantes eran los domingos. Y era muy frecuente que algunos jinetes, con caballos de maravilla, llegaran a saltar vallas de 2 m. También en esa época, el récord mundial era de 2.17 m.


También en aquella época (tampoco sé cómo es ahora), había una prueba denominada "saltos variados con desempates sucesivos". Las mismas podían empezar con vallas de 1.20 m o 1.40 m.

Mientras hubiera como mínimo dos jinetes sin faltas o con igualdad de faltas, los saltos continuaban y las vallas disminuían. Pero, aquí está el meollo de la cuestión, la altura aumentaba. Así, algunos llegaban con holgura a saltar vallas de 2 m., como escribí más arriba.

Me llamó la atención comprobar que los caballos no son estúpidos, ¡pobres bestias de carga! Los mismos caballos que pasaban rozando las vallas de 2 m., hacían exactamente lo mismo en las vallas de 1.20 m. O sea que a estas últimas, no las saltaban, por decir una altura, a 1.60 m.

Los caballos, en todos sus saltos, cumplían obedientemente con la Ley del Menor Esfuerzo. De no haberlo hecho, realmente habrían sido unos caballos recontra estúpidos. ¿Qué sentido habría tenido saltar a una altura mayor que la requerida por esa valla concreta?

A propósito no achiqué la foto para que puedan ver cómo el caballo pasa sobre la valla a lo justiniano posse.

A pesar de haberlo visto y de haberlo pensado,  no relacioné el comportamiento equino con la ya muchas veces referida Ley. Lo hice varios años después.

Cuando caí en la cuenta de esta simpleza cotidiana, reparé en que nosotros, los seres a veces humanos, tampoco somos tan estúpidos. En todos nuestros actos observamos cuidadosamente esta Ley, de manera totalmente inconsciente.

¿Acaso alguno de ustedes contrata una grúa para llevar una silla del comedor a la cocina? ¡Claro que no! Tan sólo emplean la fuerza necesaria para levantarla y trasladarla.

Pues... ¡yo no! No quiero que me critiquen como un badulaque torpe e indómito. Voy a emplear el mayor esfuerzo en todo lo que haga. Para quienes no lo sepan, soy un egresado de las Academias Pitman, cuyo eslogan era "Los Triunfadores del Mañana". ¡Éste es mi caso hoy!

A partir de ahora, por ejemplo, voy a prender la luz con tanta energía que, cada vez que lo haga, destrozaré el interruptor. No importa, lo que vale es el esfuerzo empleado, con decisión y coraje, y con espíritu emprendedor que pa' qué.

Regreso, cual trayectoria de boomerang, al comienzo. Nos cuesta ver lo obvio.

Presten atención, colegas de la especie, y no le digan más a nadie que se maneja por la Ley del Menor Esfuerzo. Estarán ponderándolo por comportarse de una manera sensata.

Si están hablándole a una persona perezosa, vaga, indolente, desmotivada, sin ambiciones, inmóvil, resbaladiza, untuosa, paralela al suelo, etc., llámenla de esta manera y no con un eufemismo absurdo que resulta ser, como acabo de escribir, un halago.

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