lunes, 13 de agosto de 2012

Relevante detalle pequeño

Mis suegros y nosotros.
Cuando me casé con Laura el 8 de Diciembre de 1911, fuimos de luna de miel al Viejo Continente. En Venecia conocimos a Sussie y Luke, una pareja norteamericana de recién casados. Nos caímos bien mutuamente, y proseguimos nuestro tour los cuatro juntos.

Ellos también tenían pasaje en el Titanic por lo que, a fines de Marzo de 1912, partimos hacia Inglaterra, casi a toda carrera como Julie Andrews con los niños Trapp (cfr. "La Novicia Rebelde" o "The Sound of Music").


Como todos saben, zarpamos el 12 de Abril hacia Nueva York. Dos días después, estábamos los cuatro en cubierta. Laura vio que un hielo se aproximaba. Nos llamó y dijo:


- Miren que lindo barquito de hielo. Me gustaría dar una vuelta en él.

A los pocos minutos, ¡zácate, el hielo del iceberg oculto bajo el agua nos hizo percha el barco! Ya que estábamos en la borda, nos tiramos al agua y comenzamos a nadar.

Pese a que el agua estaba fresca, fuimos quitándonos las ropas más incómodas para la natación. Una brazada aquí, otra brazada allá, un rato de día, un rato de noche, casi sin darnos cuenta llegamos a Río de Janeiro.

Nos arrojamos sobre la playa a descansar. Y seguimos nuestras vidas como si nada.

El domingo pasado al atardecer, o sea, el 5 de Agosto del 2012, estuve conversando por Skype con Ralf, un amigo mío que vive en Alemania. Esto es cierto y aquí casi terminan los ribetes semi novelados.

Mi amigo ya me había comentado el problema de Gmail tanto en el Reino Unido como en Alemania. Quizás sea mi turno contárselo, amables y pacientes seguidores de este blog radial y tan marinero.

Cuando Google lanzó su propio correo electrónico, probablemente por razones de propiedad intelectual, en ambos países europeos el correo se denominó "Googlemail".

En Gran Bretaña el problema se solucionó en el 2010. Y en Alemania, hace pocos días.

Por eso, a mi amigo Ralf comenzó a aparecerle un letrero que decía que, si quería, podía cambiar su correo a Gmail. El domingo pasado, mientras estábamos conversando, aceptó el cambio.

Después de terminada nuestra conversación, abrí mi cuenta de correo para corregir la dirección de Ralf y me encontré con que ya estaba cambiada: de "usuario@googlemail.com" había pasado a ser "usuario@gmail.com". ¿Por arte de magia?

Apagué la computadora y me fui a cenar. Laura había preparado unos canelones de verdura que eran, como me decía mi abuela por ser su nieto preferido, un verdadero poema.

Mientras comíamos, le conté el episodio del cambio de la dirección en mi lista de contactos. Su respuesta no me sorprendió:

- Me parece que éste es otro lindo barquito de hielo...
- ¿Otro iceberg en nuestros alrededores?
- Pensá por vos mismo. Tengo que recoger la mesa, lavar y demás.

Recogió la mesa, se fue del comedor y también de este artículo.

Lo bueno de la ficción literaria es que inventás un personaje, le hacés decir lo que se te ocurre, lo borrás como si nada y seguís con la misma idea porque, de una manera u otra, es tu idea.

Esto que acabo de relatar sobre el irrelevante cambio automático de dirección de correo electrónico parece una nonada.

Un iceberg, en sí mismo, no constituye un peligro; es tan sólo un barquito a la distancia. Adquiere esta cualidad magnífica de peligrosidad cuando se te acerca y no tenés ni la más remota idea para dónde va la parte sumergida.

A mí, pirincho de cuarta como cualquier pirincho del arrabal, me importa un pepino lo que puedan hacer con mi escasísima e intrascendente información personal. No tengo nada oculto y, si tienen la peregrina idea de revisar, a lo sumo pueden encontrarse, aquí en el blog, con el borrador de un próximo artículo, para publicar en un futuro ignoto pues siempre se me puede cruzar por la cabeza otro tema.

Pero (¿recuerdan que siempre hay un 'pero' a mano?) no es lo mismo para muchos datos que sí tienen de relativa a suma importancia.

Mientras le contaba a Laura (no regresa, la recuerdo) el incidente, lo que sí me vino inmediatamente a la cabeza fue "La Red".

Esta película, estrenada en 1995, tuvo a Sandra Bullock como protagonista. Es una muy buena película de acción, con una dosis de suspenso agradable; no produce convulsiones entusiásticas, sino que es gratamente entretenido.

La cuestión principal reside en el argumento que, como telón de fondo, permite que la susodicha acción se despliegue.

El tema es la manipulación de datos a través de Internet. Un diskette tiene su lugar en la película, por lo que podría considerarse que la misma corresponde al Paleolítico Informático. Descartarla por esto sería un serio desperdicio. La trama es algo que puede estar sucediendo en todo el planeta. Mejor dicho, ya está sucediendo, aunque desconozco cuál es su magnitud.

El relevante detalle pequeño del cambio en la dirección de Ralf es la punta del iceberg. Aunque sea una nimiedad, es manipulación de datos. Si la dirección es un "dato", y yo no la cambié, "alguien" lo hizo, sin decir agua va (o ni mu), es decir, lo manipuló.

Para facilitar un montón de cosas, entre ellas la manipulación o inquisición, los que detentan el poder ahora están incitando, a los usuarios en general, a que usen "La Nube" (cloud, en inglés de primaria).

Mientras mantenga mis documentos e informaciones en mi computadora, no pasa nada; tan sólo se me reduce la capacidad de almacenamiento.

Entonces, para que mi encantadora notebook no reviente por el empacho, puedo comenzar a almacenar datos en la referida Nube. Por otro lado, si viajo a Groenlandia (ahora que se descongeló en parte), puedo usar cualquier computadora, acceder a La Nube, y trabajar con mis preciados documentos.

Me causa gracia y, a la vez, me parece práctico que se hable de La Nube: es algo indefinido, sin una ubicación específica, que flota en el éter. En realidad, como ya escribí en un artículo anterior, TODA la información está físicamente grabada en algún lugar.

Los datos no son como los glóbulos rojos que van y vienen por el sistema circulatorio sin parar, gracias a Dios y menos mal. Al no estar en mi computadora, están en otro lado.

Y así como yo tengo acceso a mis cuestiones personales almacenadas en La Nube, otros también pueden acceder a ellas sin mayores inconvenientes. Haquear una computadora es tedioso; si, para peor, al dueño se le da por apagarla, soné como arpa vieja. En cambio, hacerlo en la nebulosa ambigüedad de un lugar ignoto, resulta más sencillo y exotérico (aquéllos que desconozcan el significado de esta palabra que parece ser producto de un error dactilográfico, y les interesa enterarse, búsquenlo en el diccionario).

Termino con la ya afamada frase acuñada por Laura en 1912:

- Miren qué lindo barquito de hielo...

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2 comentarios:

  1. Muy bueno. Creo que es así, realmente en algún lado estarán y quien sabe entrar en las pc, sabe... (obviedad), por eso cuando hay algo importante que no quiero que se sepa no lo escribo, y normalmente mantengo la pc apagada. Y no soy paranoica, es segur´simo que nos "espian", y tiene de nosotros todos los datos que les interesan, o no. Les serviran para algo a quien quiere que sea?. Lindo viaje el del Titanic. Lástima que me lo perdí. Besos

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    1. No creo que seas "paranoica" para nada. Y creo que tu conducta, en lo que a esto se refiere, es la más sensata.
      Seguiré con este tema.
      Saludos mil.

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