domingo, 18 de octubre de 2015

El pastorcito

Esopo
La Fontaine
Pareciera ser que últimamente se me ha dado por las fábulas. Sin dudas, tienen un encanto particular y, si son sencillas, mejor, así la moraleja es más fácil de comprender y de llevar a cabo.

En esto, no se nos va la vida. Al contrario, quizás podamos ser más humanos en nuestra cotidianidad.

La que elegí para hoy es un tanto antigua. No sé de quién es la autoría. La conozco desde el colegio primario. Y me sigue divirtiendo la redacción bastante "hispánica" con la que ha sido escrita.

Parece ser que esta historia se desarrolló (un decir) a fines del Siglo XIX o principios del Siglo XX.

Salvedad salvable: no me la contó Elvira, mi abuela la refranera.

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Era una zona de planicies y montes pequeños, en Asturias (España).

Unos curtidos labradores estaban laborando la tierra, con sus palos, azadas, picos, etc., para la próxima siembra.

Cercano a ellos, encontrábase un pastorcillo, en una pequeña loma, apacentando su manada de ovejas. Quizás hayan sido diez o doce, nadie supo bien cuántas eran.

En una mañana de Junio, con sol radiante y frescas brisas que soplaban desde el Sur, el jovenzuelo despertóse de un humor cercano a la risa del mar de olas masas que se atisbaba a lo lejos. El pastorcito desayunó como era su costumbre y partió al cuidado del rebaño de ovejas que se le había encomendado.

Con asiduidad, Jesús Javier, peinaba a su "hijitas", como gustaba en llamarlas, mientras las acariciaba cariñosamente.

No obstante, esa mañana la jocosidad que invadía al alma del joven, le llevaba a sentir como un deber apropiado del que está allí, un poco más alto que los otros, de comunicar su humor a las personas cercanas, como esos labradores que estaban trabajando desde antes de que rayara el día.

Y fue de este modo como Jesús Javier comenzó a dar voces de auxilio como si el lobo efectivamente hubiérase acercado.

- ¡¡ FAVOR QUE VIENE EL LOBO, LABRADORES !!

Sin titubeos ni objeciones, todos los campesinos de la redonda, hombres y mujeres, acudieron a auxiliar a su Pequeño.

Cuando descubrieron la farsa de la que habían sido presos, volvieron a su tierra, su sustento, con gran enfado; empero perdonaron al pilluelo.

Habrían pasado unas dos horas cuando Jesús Javier decidió reiterar su broma carente de todo humor:

- ¡¡ FAVOR QUE VIENE EL LOBO, LABRADORES !!

Los labradores volvieron a prestar al pastocito su ayuda carente de todo interés espúreo. Armados con sus palas, picas, azadas, hachas, treparon hasta la pequeña loma donde encontrábase el mentiroso pastorcito.

Una vez más, los campesinos sintiéronse burlados. Regresaron a sus tareas de mal talante decidiendo, en esta segunda ocasión, no perdonar al mocoso impertinente.


De pronto, en forma sorpresiva por completo, efectivamente el lobo aproximóse, haciendo que las pobres ovejas comenzaran a balar en profunda desesperación.

Por tercera vez, oyóse la voz del joven:

- ¡¡ FAVOR QUE VIENE EL LOBO, LABRADORES !!

En esta ocasión, los hombres y mujeres que tanto curtían sus manos y forzaban sus cinturas, restáronle absoluta importancia a lo que Jesús Javier, el pastorcito mentiroso, clamaba y clamaba.

La farsa tornóse realidad mientras el lobo comía, con sardónica sonrisa, el botín que tanto había ansiado.

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Estimadísimos lectores:

Me siento avergonzado, con una vergüenza primaveral que no llega y no llega, de escribir más abajo la evidente moraleja que encontraran luego.

Sé claramente de la profunda sabiduría de la que disponen pero, sabrán disculpar, quizás más allá de mi pueblo y mi público, haya algún lector furtivo que no entienda el significado de esta fábula.

Seguramente habrán escuchado el conocidísimo refrán: EN BOCA DEL MENTIROSO, LO CIERTO SE VUELVE DUDOSO.

Pues es esto lo que el corto cuento que han leído, humildemente trata de exponer. Si repetimos una y otra vez algo falso, vamos perdiendo credibilidad y nuestras palabras resultarán más vanas que una cacerola.

Como a mí también me toca decir la verdad, les cuento que la consulté a Elvira, mi abuela la refranera, si ponía esta atrevida idea por escrito.

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