lunes, 22 de agosto de 2011

Lógica ilógica

¡Ser o no ser, ésa es la cuestión!, repetía William desde Stratford-Upon-Avon. Sin lugar a dudas, este antiguo amigo estaba refiriéndose a las cosas más trascendentales del ser humano:
la Vida y la Muerte.

Yo, en cambio, me quedo mucho más abajo. Si se establece una relación comparativa con los planteos del Shakespeare, lo mío puede considerarse una banalidad de plástico importada de Taiwán para distraer a los niños traviesos o malcriados.
Empero, opino que lo que deseo comentar es más serio de lo que parece.


Por estos días, están pasando por televisión unas propagandas de una empresa de telefonía celular.

La primera que vi, es la que se muestra en el video que logré transferir desde el excelente servicio, herramienta o lo que sea, conocido como YouTube, del Grupo Google;
el mismo artilugio que utilicé para poner una entrevista controversial en otra entrada, y que seguiré usando cuantas veces lo necesite.

De esta propaganda, quiero resaltar la eminente, paradigmática, carioca, y muy bien lograda frase que aparece cruzando la pantalla: "La falsa humildad también es humildad". Como no hay una voz en off que la lea, ni nadie dice nada, se podría decir que, para el televidente que no está prestando mucha atención, esta frase tiene características de subliminal.

¿Alguien se atrevería a ponerle una mala nota a esta frase admirable? ¿Quizás quieran hacernos pensar que resulta un tanto confusa porque tergiversa algún concepto o denigra algún valor?
No, mi pueblo y mi público, ¡nada de eso!
Muy por el contrario, nos muestra una realidad superior, abarcativa e incluyente. Ahora no sólo la verdadera humildad es humildad, ¡también lo es la falsa!

¡Fantástico!, se mantienen intactas las perversas herramientas que  retuercen cualquier atisbo de lógica para ahogarlo en la Laguna Negra.
Este enfoque es tan útil, práctico y maleable que resulta apto para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero.

De esta manera, todos podremos decir: "Lo de adentro también es lo de afuera", "Las grandes maravillas también son las grandes desgracias", "El oro también es barro", "La vida también es muerte", y así, así, hasta el hartazgo o el hipo.


5 comentarios:

  1. También podríamos decir que el "ser" es lo mismo que el "no ser" y entraríamos a filosofar...
    Más allá de la contradicción clara de la propaganda, debo reconocer que alguna vez me he sentido identificado con ese tipo de actitud de querer, vanidosamente, gritarle al mundo alguna cosa nueva que haya adquirido, sea física o no. Esto se debe a que muchas veces buscamos la felicidad en ellas.

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  2. Hola, Rolando:

    Valoro tu sinceridad al escribir lo que podrías haber hecho. Al mismo tiempo, te cuento que me hizo tener un enfoque distinto del caso.
    La frase "La falsa humildad también es humildad" es un verdadero disparate.
    Pero si te aguantás las ganas de mostrar algo o de contar un logro, ¿no sería esto un acto de humildad (de verdadera humildad), que responde a una decisión libre y voluntaria?
    De no ser así, ¿cuándo somos humildes?
    Este enfoque se me 'traspapeló'.
    Gracias por traerlo al debate.
    Carlos María

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  3. Bueno, tarde pero "segura".
    Realmente es mucha maldad crear tanta confusión mental, la falsa humildad NO ES humildad....¿lo dicen sin darse cuenta?, por supuesto que no, y entonces porqué?

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  4. Hola Chicos,
    El comentario de Raquel es sintomático. Aquellos que redactan esos textos, lo hacen a sabiendas. Saben perfectamente el daño que van a causar y por eso lo hacen.
    Es posible que el ejecutante no sea totalmente consciente. Su error inmenso en ese caso, es integrar un sistema que lo lleva a perversidades gigantescas, pensando sólo que está, en el beneficio pecuniario que él tira de su acción.
    Es probable que mucha gente, incluso nosotros mismos "blogeros" que tratamos de pensar antes de actuar, caiga en la trampa de acciones que parecen justificadas a primera vista.
    No dejemos nunca de pensar detenidamente, en el bien fundado de nuestras acciones. Creo que es muy fácil dejarse entorpecer. El torbellino de la vida es muy propicio.
    Alvaro

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